miércoles, 13 de octubre de 2010

Carta de un preso (cuarta parte):


  Carta desde la melancolía:

  Esta carta va dirigida a todas aquellas personas que alguna vez se han enamorado locamente de la persona…equivocada. Sí, cuesta admitirlo pero dentro de la aventura del amor cometemos errores que por desgracia, los tenemos que sufrir durante un período de tiempo bastante grande, e incluso, algunos errores son de por vida.
  Muchas veces, nos sentimos presos de nuestros fallos, de nuestras decisiones erróneas y nos cuesta dar el paso para podernos liberar de tales decisiones, pero no hay que pensárselo, la mejor manera de llegar a ser felices y contentos con nosotros mismos, es admitir nuestras equivocaciones y subsanarlas aunque tengamos que dejar atrás lo más querido por nosotros, pero la dignidad de una persona está por encima de cualquier otra cosa en esta vida.

  “Otro día, otra ilusión.”
  La noche ha caído ya, y yo me siento sólo en mi alcoba. La tristeza se apodera de mí sin saber el por qué de su ausencia otro día más (y ya van dos días), en mi cárcel estoy con un solo pensar: ¿le habrá ocurrido algo malo a Vos? La vida es así de cruel conmigo, usted es la persona a la que más adoro en este mundo y, no consigo que me libere de esta prisión en la que estoy.
  Lo cierto es que la quiero con toda mi alma, con todo mi ser y, si nos volvemos a ver y, espero que sea mañana en el mismo sitio, se lo voy a proponer… no puedo y no quiero vivir sin usted.
  Los primeros rayos del amanecer entran por las rendijas de la persiana iluminando la foto en que aparecemos los dos enamorados abrazándonos cerca del lago; esa fotografía de antaño, en la que Vos me abrazaba con fuerza y yo le correspondía con un tierno beso en sus rojizos labios.
  Hoy y, ya lo tengo pensado, va ser el día definitivo. El ultimátum del amor planeará sobre nosotros este atardecer: o me libera o me resignaré a esta pesada carga desde mi celda de manera eterna. La suerte está echada, mis días están contados y, mi destino está en sus manos, Vos tenéis la última palabra, pero antes que decidáis pensad que os amo locamente.

  “Los minutos parecen horas, las horas parecen días.”
  La hora del encuentro con Vos está lejana, falta poco tiempo para que el encarcelado vea la luz del mañana desde otro sitio, desde el corazón de otra persona, desde la ventana del porvenir, desde el umbral que separa la desesperación del amor eterno y pasional, en definitiva, falta poco para que yo me declare a Vos y, para que usted me declare su amor…, eso espero, de lo contrario, las tinieblas de la injusticia, del engaño, del despropósito caerán de forma terrible sobre mí. La fuerza del amor habrá fracasado y yo, me pudriré en la sombra para siempre.
  Falta poco para vernos y a la vez falta un mundo para besarnos…, la vida te da lo que necesitas y yo, más que nadie, no puedo vivir sin Vos; de usted depende…

  “Déjeme que me explique una vez más.”
  Habiendo tantos planetas, justo le tocó nacer en este…y a mí también. Habiendo tantos siglos en la historia, justo le tocó nacer en este…y a mí también. Habiendo tantas personas en este mundo, se tuvo que cruzar en mi camino y yo me enamoré. No sé si es el destino, pero habiendo tantos lugares en este mundo, yo sólo quiero estar a su lado…
  Mi destino en esta vida sólo pasa por estar con usted. No veo otra posibilidad que vivir juntos el resto de nuestras vidas. ¡Qué maravillosa es la vida ahora que Vos está en el mundo!
 
  “La hora, la maldita hora de la verdad, llegó…”
  Aquí estoy otra vez, sentado frente al lago y mirando por enésima vez a los cisnes blancos. El reloj de mi corazón marca la hora en que usted tiene que aparecer detrás de ese robusto matorral, verde como la esperanza de este preso que espera la libertad.
  Ahí está Vos, como no, con su “aura” especial. Vestida de forma informal pero elegante, con sus ojos pintados de azul como el cielo que se levanta encima de nosotros, con los labios rojizos deseando ser besados…
  ¡Qué alegría, volverla a ver después de dos largos días de lloros, tristeza y oscuridad dentro de la cárcel!... Pero, no puede ser lo que están viendo mis ojos… me niego a consentirlo, me niego en rotundo mirar como besa a otro hombre, a un desconocido…
  Cogida de la mano de otro hombre, mira hacia nuestro banco, donde aún permanezco inmóvil ante tal escena. Levanta la mirada, esa mirada cautivadora, y nuestros ojos se clavan en un mirar silencioso que lo dice todo. Recuerdo aquello que le dije en su día: “No olvide nunca que el primer beso no se da con la boca, sino con los ojos.” Triste ironía, amarga realidad, todo sueño tiene un fin al despertar, y el suyo y el mío acabó.
  Un millón de palabras no pueden hacer que vuelva, lo sé porque lo he intentado. Tampoco un millón de lágrimas, lo sé porque la he llorado.

  “Tardé una hora en conocerla y, sólo un día en enamorarme. Pero me llevará toda una vida lograr olvidarla.”
  Mi futuro aquí no tiene sentido. Mi vida aquí no tiene porvenir. El amor tal como llega, se va. Nuestro amor llegó, se instaló dentro de mi corazón, pero no conseguí enamorarla como usted quería. Los tiempos pasan pero las personas quedan, y Vos siempre estará en mi corazón.
  No siento rencor contra usted, lo único que quiero es su felicidad y, si yo no pude darle ese bienestar, doy por buena su “despedida”.
 
  Aquí estaré, esperando la llegada de otro amor, indudablemente, al nuevo que venga, no podré darle lo mismo que a Vos, porque todo mi amor, consigo se fue.
 
  Un consejo les daré: “El amor llega y da felicidad, luego se va y te deja la soledad, pero no llores ni guardes rencor, siempre habrá un nuevo poeta, siempre habrá una nueva musa, siempre llega un nuevo amor.”

  Un consejo le daré a Vos: “Cuando mire las estrellas, acuérdese de mí…en cada una de ellas hay un beso para usted…”



  P.D.: Desde la cárcel escribo mi última carta para Vos, pero no dude que este amor de juventud, si bien perdura por los años, también es fácil reemplazarlo. Permítame que me despida de usted como haría un auténtico enamorado: “Gracias por este maravilloso tiempo que hemos vivido “juntos” pero alejados, enamorados pero a medias, locos pero cautos, apasionados pero olvidados. Gracias por hacer que mi vida, aunque no mi eternidad, haya tenido sentido. Gracias por existir. Siempre la querré.”


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