jueves, 3 de febrero de 2011

Los tres árboles

  Érase una vez en la cumbre de una montaña, tres pequeños árboles juntos pensando lo que querían llegar a ser cuando fueran grandes. El primer arbolito miró hacia las estrellas y dijo: “Yo quiero guardar tesoros, quiero estar repleto de oro y ser llenado de piedras preciosas. Yo seré el baul de tesoros más hermoso del mundo”.
El segundo arbolito miró un pequeño arroyo realizando su camino al océano y dijo: “ Yo quiero viajar a través de aguas terribles y llevar reyes poderosos sobre mí. Yo seré el barco más importante del mundo”.
El tercer arbolito miró hacia el valle que estaba debajo de la montaña y vió hombres y mujeres trabajando en un pueblo obrero: “Yo no quiero irme de la cima de la montaña nunca, yo quiero crecer tan alto que cuando la gente del pueblo se pare a mirarme, ellos levantarán su mirada al cielo y pensarán en Dios. Yo seré el árbol más alto del mundo”.
  Los años pasaron. Llovió, brilló el sol, y los pequeños árboles crecieron alto.
  Un día, tres leñadores subieron a la cumbre de la montaña. El primer leñador miró al primer árbol y dijo: “¡Qué árbol tan hermoso éste!”, y con la arremetida de su hacha brillante, el primer árbol cayó. Ahora me deberán convertir en un baúl hermoso, deberé contener tesoros maravillosos, pensó el primer árbol.
  El segundo leñador miró al segundo árbol y, dijo: “Este árbol es muy fuerte, es perfecto para mí”. Y con la arremetida de su hacha brillante el segundo árbol cayó. Ahora deberé navegar aguas terribles, pensó el segundo árbol, deberé ser un árbol imponente para reyes temidos y poderosos.
  El tercer árbol sintió su corazón sufrir cuando el último leñador le miró. El árbol se paró derecho y alto, apuntando ferozmente al cielo, pero el leñador apenas miró al cielo y dijo: “cualquier árbol es bueno para mí”. Y, con la arremetida de su hacha brillante, el tercer árbol cayó.
  El primer árbol se emocionó cuando el leñador lo llevó a una carpintería, pero el carpintero lo convirtió en una caja de alimento para animales de granja. Aquel árbol hermoso no fue cubierto de oro, ni llenado de tesoros, sino que fue cubierto con polvo de cortadora y llenado con alimento para animales de granja hambrientos.
  El segundo árbol sonrió cuando el leñador lo llevó cerca de un embarcadero, pero ningún barco imponente fue construido ese día, en lugar de eso, aquel árbol fuerte fue cortado y convertido en un simple bote de pesca, era demasiado chico y débil para navegar por el océano, ni siquiera en un río y, fue llevado a un pequeño lago.
  El tercer árbol estaba confundido cuando el leñador lo cortó para hacer tablas y lo abandonó en un almacén de madera, “¿qué estará pasando?”, fue lo que se preguntó el árbol, “yo todo lo que quería era quedarme en la cumbre de la montaña y apuntar a Dios”.
  Muchísimos días y noches pasaron. A  los tres árboles ya casi se les había olvidado sus sueños, pero una noche, una luz de estrella dorada alumbró al primer árbol cuando una joven mujer puso a su hijo recién nacido en la caja de alimento. “Yo quisiera haberle podido hacer una cuna al bebé”, le dijo su esposo a la mujer, la madre le apretó la mano a su esposo y sonrió mientras la luz de la estrella alumbraba la madera suave y fuerte de la cuna y la mujer dijo: “éste pesebre es hermoso”.
  Y, de repente el primer árbol supo que contenía el tesoro más grande del mundo.
  Una tarde, un viajero cansado y sus amigos se subieron al viejo bote de pesca. El viajero se quedó dormido mientras el segundo árbol navegaba tranquilamente hacia adentro del lago. De repente, una impresionante y aterradora tormenta llegó al lago, el pequeño árbol se llenó de temor, él sabía que no tenía fuerza para llevar a todos esos pasajeros a la orilla a salvo con ese viento y lluvia. El hombre cansado se levantó, y se paró y, alzando su mano dijo: “calma”, la tormenta se detuvo tan rápido como comenzó. Y, de repente, el segundo árbol supo que él llevaba navegando al rey del cielo y de la tierra.
  Un viernes por la mañana, el tercer árbol se extrañó cuando sus tablas fueron tomadas de aquel almacén de madera olvidado. Se asustó al ser llevado a través de una multitud de personas enojadas. Se llenó de temor cuando unos soldados clavaron las manos de un hombre en su madera. Se sintió feo, áspero y cruel. Pero, un domingo por la mañana, cuando el sol brilló y la tierra tembló con júbilo debajo de su madera, el tercer árbol supo que el amor de Dios había cambiado todo.
  Esto hizo que el árbol se sintiera fuerte y, que cada vez que la gente pensara en el tercer árbol, ellos pensarían en Dios. Eso era mucho mejor que ser el árbol más alto del mundo.
  La próxima vez que te sientas deprimido porque no conseguiste lo que tú querías, sólo siéntete firme y, sé feliz porque Dios está pensando en algo mejor que darte.

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